Un estudio a largo plazo de Agroscope ha investigado por primera vez de forma experimental los puntos fuertes y débiles desde el punto de vista ecológico, agronómico y económico de cuatro sistemas agrícolas diferentes. La agricultura ecológica está a la cabeza en cuanto a protección medioambiental; sin embargo, sigue estando por detrás de la agricultura convencional en términos de rendimiento.
En Suiza, los alimentos ecológicos son de media un 50% más caros que los producidos de forma convencional; sin embargo, hasta ahora no era posible cuantificar con precisión los beneficios medioambientales de los productos ecológicos. Ahora, un equipo de investigación dirigido por Agroscope proporciona cifras concretas por primera vez. En un ensayo a largo plazo que ha durado más de diez años, han determinado sistemáticamente cómo el uso de cuatro sistemas agrícolas diferentes afecta a la compatibilidad medioambiental, la productividad y la economía. Los resultados se han publicado recientemente en la prestigiosa revista Science Advances.
Los datos reflejan grandes diferencias
Según el estudio, los métodos de cultivo ecológico y de conservación del suelo tienen un impacto favorable sobre la biodiversidad, el suelo, el agua y el aire. Por término medio, los sistemas de cultivo de gestión ecológica son dos veces más beneficiosos para el medio ambiente que la agricultura convencional. «Si se analizan todos los impactos medioambientales, la agricultura ecológica está claramente por delante», afirma el director del estudio, Marcel van der Heijden, de Agroscope. Las diferencias más llamativas se dan en la biodiversidad. Un campo gestionado según las normas ecológicas tiene un 230% más de diversidad de especies vegetales sobre el suelo que un campo gestionado de forma convencional. «La agricultura ecológica y la siembra directa también son más beneficiosas para otras formas de vida en el suelo. Por ejemplo, encontramos un 90 por ciento más de lombrices de tierra en las parcelas ecológicas y hasta un 150 por ciento más en las de siembra directa», explica van der Heijden.
Menos erosión en la agricultura ecológica
Las diferencias aquí mencionadas son válidas para todos los cultivos herbáceos, principalmente debido al uso de pesticidas químicos sintéticos y fertilizantes artificiales. Como muestran los resultados, esto también se refleja en la ecotoxicidad. En la agricultura ecológica, que no utiliza plaguicidas químicos sintéticos, es un 81% menor.
Otro factor importante es el uso del arado, «con el cual se expone el suelo a la erosión del viento y del agua», dice Raphael Wittwer, autor principal del estudio. En comparación con los suelos arados de forma convencional, con los dos tipos de agricultura ecológica se obtuvieron mejores resultados, con una erosión entre un 46 y un 93% menor.
El rendimiento es el talón de Aquiles de los sistemas de agricultura ecológica
El ensayo a largo plazo confirma que la agricultura ecológica (con y sin arado) es menos productiva. Los rendimientos fueron de media un 22% inferiores a los de métodos de producción convencionales con arado. Esto se debe en parte a la prohibición de los fertilizantes artificiales y los pesticidas químicos sintéticos. «En este sentido, la agricultura ecológica tiene todavía un gran potencial de mejora», afirma Wittwer. Esto se podría lograr cultivando variedades más resistentes, mejorando la protección biológica de los cultivos o usando fertilización espacialmente específica.
El estudio lo demuestra: los cuatro sistemas agrícolas estudiados tienen ventajas y desventajas. Sin embargo, desde una perspectiva sistémica, la agricultura ecológica y los métodos de labranza que protegen el suelo ofrecen un mejor equilibrio en términos de rendimiento e impacto medioambiental. En última instancia, la evaluación depende de cómo se ponderen los distintos servicios ecosistémicos y de los objetivos que se pretendan alcanzar. Este estudio sugiere posibles estrategias.
Estudio único a largo plazo
El ensayo se realizó en un campo de aproximadamente una hectárea en las afueras de Zúrich. El campo está dividido en 128 pequeñas parcelas, en cada una de las cuales se ensaya un método de cultivo específico, incluyendo agricultura convencional con arado, agricultura convencional sin arado (sin labranza), agricultura ecológica con arado y agricultura ecológica con labranza reducida. La rotación de cultivos ha sido la siguiente: trigo de invierno, maíz en grano, habas, trigo de invierno, hierba-trébol (pradera artificial) y de nuevo hierba-trébol (año 6). El ensayo ha durado doce años y continuará al menos otros seis. «Es raro ver ensayos de tan larga duración y esto es el gran punto fuerte de Agroscope, ya que estudiamos todo el sistema», dice van der Heijden. Otros estudios en las explotaciones y en otros lugares complementarán los resultados actuales.