09 marzo, 2022

El control biológico está fuertemente implementado en la agricultura intensiva bajo plástico del sureste español. La apuesta por la producción sostenible por parte de los miles de agricultores que cultivan las frutas y hortalizas que llegan a las mesas de todos los ciudadanos de Europa, así como las particularidades de este modelo de agricultura, han permitido que hoy en día este método de lucha contra las plagas se use en más del 80% de la superficie invernada en Almería y la Costa de Granada –cuya totalidad supera las 32.000 hectáreas–, y que se eleve al 99% en el caso de cultivos como el pimiento rojo, de acuerdo con datos de CuteSolar. Todo un éxito que se espera poder alcanzar en la producción de frutales al aire libre.

“En 2007 en Almería hubo un cambio de paradigma en la horticultura intensiva bajo plástico”, explica Mónica González, de Agrobío. El uso exclusivo de productos fitosanitarios como única herramienta de control de plagas y enfermedades durante años dio lugar a la generación de resistencias. La horticultura intensiva tiene tantos ciclos de producción que algunos insectos se hacen resistentes muy rápido, por lo que para su control cada vez se necesita el uso de dosis más altas y de más materias activas. “Tras la detección en 2007 de materias activas no permitidas en Alemania, se puso en peligro el futuro de este modelo de agricultura y se propició que, en cuestión de 2 años, se experimentara un cambio muy rápido y grande en el modelo de control de las plagas, pasando a ser el control biológico la base de la gestión fitosanitaria de estos cultivos

“Ya en 2014, tras la entrada en vigor del Real Decreto 1311/2012 de Uso Sostenible de Productos Fitosanitarios, la Gestión Integrada de Plagas (GIP) se hizo obligatoria. La GIP se basa en establecer estrategias de prevención de plagas, ya sean físicas, tecnológicas, varietales o culturales, en el seguimiento y en el monitoreo tanto de las poblaciones de fitófagos como de los enemigos naturales, de manera que se puedan establecer umbrales de intervención, priorizando siempre el control biológico como primera estrategia de control frente a la presencia de la plaga”.

Lobularia maritima.

“Sin embargo, hemos observado que, a pesar de los avances en química agrícola para hacer frente a las plagas en la agricultura intensiva derivados de la conocida ‘revolución verde’, no hemos sido capaces de reducir los daños en las cosechas por plagas y enfermedades, que se mantienen constantes en torno a un 30% de la producción. Tenemos que tener en cuenta que estos sistemas de cultivo intensivos son sistemas muy simplificados en los que solo crecen clones de la planta con interés comercial, donde se reduce al mínimo la biodiversidad, y con ella, el servicio de regulación natural de los insectos fitófagos que ofrecen los ecosistemas. Y, al final, esto no solo ocurre en la agricultura de invernadero, también en el cultivo de frutales. Por ello, es necesario empezar a cambiar la forma de manejar las plantaciones y desarrollar soluciones agroecológicas”.

“Agricultura ecológica no es sinónimo de agroecología”
“Es necesario señalar que una cosa es agricultura ecológica y otra es la agroecología”, subraya Mónica, recordando las palabras de José Luis Porcuna, referente y pionero de la agroecología nacional e internacional y recientemente fallecido. «En este sentido, la agricultura ecológica es una certificación o norma de calidad, mientras que el manejo agroecológico de plagas es una estrategia que una persigue encontrar un equilibrio en el ecosistema, de manera que en el caso de la gestión de las plagas se fomente su regulación natural a través de la biodiversidad funcional mediante el uso de infraestructuras ecológicas que proporcionen recursos (alimento, refugio, presas alternativas y zonas de apareamiento) a la fauna auxiliar y que favorezcan su permanencia cerca de los cultivos”.

“Además, se considera al suelo como mucho más que un soporte para las plantas; el suelo es un medio que contiene muchos microorganismos antagonistas de aquellos que producen enfermedades, con los que las plantas establecen relaciones simbióticas y gracias a los cuales desarrollan rutas metabólicas de defensa contra los enemigos naturales. Y eso es especialmente importante para los árboles frutales, porque, al contrario que las plantas hortícolas, que se arrancan tras su ciclo de cultivo, ellos permanecen durante años en el mismo suelo”.

Adalia en granado.

Control biológico conservativo
Agrobío tiene una amplia gama de soluciones de control biológico para las plagas en la producción de frutas y hortalizas, entre las cuales destacan las crisopas, varias especies de sírfidos, así como combinaciones de distintos parasitoides para el control de pulgones, en función de los cultivos. “Estamos desarrollando la cría de Cryptolaemus para el control de cochinillas o cotonets, y hemos desarrollado dos razas de Orius, un chinche depredador, adaptados a condiciones de frío y a dietas subóptimas muy interesantes para el control de trips”, indica Mónica. “Para fomentar el control biológico en cultivos frutales y al aire libre, Agrobío ha apostado por incorporar un equipo de expertos en el desarrollo de protocolos de control biológico conservativo basados en la introducción de biodiversidad funcional”.

Un diseño correcto de estas infraestructuras es fundamental para ayudar a la efectividad del control biológico teniendo en cuenta la poca disponibilidad de espacio dentro de las explotaciones “Por ello, desde septiembre de 2021 me incorporé al equipo de desarrollo de Agrobío, para apoyar estos proyectos de control conservativo, tras 12 años investigando y evaluando junto con Estefanía Rodríguez, investigadora del Centro Ifapa La Mojonera, especies arbustivas autóctonas candidatas, bien adaptadas a las condiciones climáticas de Andalucía, y estudiando las que podían ser interesantes para la creación tanto de cubiertas, islas de biodiversidad y setos funcionales que permitan a los enemigos naturales encontrar las condiciones que les inviten a instalarse en los campos de cultivo”.


Cubierta vegetal.

“En un invernadero cerrado se suelta a los insectos y se quedan allí, pero en las plantaciones de frutales al aire libre de varias hectáreas de superficie, si no encuentran recursos que les animen a quedarse, no lo harán”.

“Gracias a este conocimiento en control biológico conservativo, en Agrobío ofrecemos tanto formación a los agricultores como asesoramiento en la creación de estas islas de biodiversidad. Desarrollamos proyectos específicos para cada cultivo y diseñamos setos a la carta para cada plantación en función de sus características para conseguir el éxito en la estrategia de control biológico clásica”.

“Aún hay mucho por hacer, pero al igual que en 2007 fue el momento del desarrollo del control biológico en la agricultura intensiva, ahora es el momento de su desarrollo en los frutales. Y el papel de este manejo agroecológico será muy importante para alcanzar el éxito”.


Sírfido sobre Lobularia.