01 marzo, 2024

Está llegando la época del año en la que más se temen las heladas y, por lo tanto, se siente la necesidad de proteger los huertos frutales de fenómenos meteorológicos que podrían anular inversiones, trabajo y, sobre todo, las producciones agrícolas. Vincenzo Castiglione, agrónomo y gerente de AID, empresa italiana altamente especializada en la fabricación de ventiladores antiheladas, conocidos y valorados en todo el mundo, profundiza en el tema.

«Las heladas están llegando y es el momento de tomar medidas para evitar sus daños», explica Castiglione. «Los ventiladores antiheladas de la marca AID, vendidos por Oranfresh, son un remedio de defensa activa contra las heladas que, a lo largo de los años, ha demostrado ser muy eficaz. Estamos tratando de satisfacer las numerosas solicitudes que recibimos de nuestros clientes, a quienes se suman siempre nuevas empresas, gracias a los testimonios de los operadores del sector que nos han elegido desde hace tiempo».

«En Italia, nuestras torres antiheladas están muy difundidas, especialmente en Piamonte y Emilia-Romaña», continúa el experto, «donde en los últimos años estamos cada vez más presentes con nuestros modelos fijos WMD170, con un motor de 175 caballos y una hélice de 5,90 m, y WDM230, el ventilador más potente del mundo con un motor de 238 caballos (siempre de la marca Iveco) y una hélice de 6,10 m».

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«En Emilia-Romaña, región donde más presencia tenemos, hemos establecido una colaboración con Officina Morara, que proporciona una excelente asistencia a las empresas agrícolas, incluso en caso de que surjan problemas durante las heladas. Naturalmente, nuestros ventiladores son muy fiables: más recientemente hemos perfeccionado algunos ajustes como los embragues y las centralitas, ahora entre los más eficientes del mundo. Estamos muy satisfechos con el trabajo hecho y especialmente con las ventas, con un éxito comercial precisamente en la región de Emilia-Romaña, también gracias a Daniele Morara, que siempre nos apoya con su asistencia profesional», concluye Castiglione.



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